¿Cómo evolucionáis sin la fricción de la vida?
¿Cómo evolucionáis sin descomponer
la materia y sin cambiar
la energía?
¡Tenéis que experimentarlo!
El verdadero maestro que despierta
no es el filósofo;
es el alquimista
que crea el cambio.
La gente dice que quiere crecer espiritualmente, pero dentro de su realidad no
hay espacio para ello. Imaginad que la realidad personal es un círculo, dentro del
cual hay una imagen. Esta imagen está dividida, así como las piezas de un
rompecabezas.
Vuestra realidad es como el círculo, y las piezas del rompecabezas constituyen
lo que sois.
Cuando la gente emprende un viaje espiritual, piensan que van a llegar a algún
lugar en forma lineal. Hacen cambios en la superficie; van a ver a sus maestros y gurús, estudian filosofía y se leen los libros más actualizados. Algunos le dan
la vuelta al mundo buscando la verdad, buscando esa pieza que es fundamental
en el rompecabezas de sus vidas.
El círculo yace de tal manera que el borde exterior de esa realidad contiene todas
las cosas pertinentes a vuestras vidas: todo el conocimiento, el dogma y todas las
cosas relacionadas con la civilización.
Y el círculo da vueltas, de modo que creéis que vuestro viaje espiritual ha
comenzado. Salís a experimentado todo; cambiáis vuestra manera de vestir y
también lo que coméis. (Bueno, alterar la dieta es parte fundamental del dogma,
151
¿no es cierto? ¡El cambio de dieta alimenticia sólo os induce a cambiar los
hábitos de vuestro anterior dogma!).
Lo que habéis hecho es ir de un lado del borde de vuestra realidad hasta el otro; eso es todo. Sólo habéis cambiado puntos de vista sobre los mismos viejos
dogmas.
Cambiáis vuestra vestimenta y, en vez de crucifijos, circones y amuletos, usáis
cristales. En lugar de repetir el Padrenuestro, repetís vuestros mantras. Sólo
habéis ido de un lado del borde hasta el otro; realmente no ha sucedido nada.
Todo lo que habéis hecho es superficial.
Y la imagen que está en el centro queda intacta.
De veras no parece que hagáis cambios importantes ni que vayáis más allá de las
vigiladas puertas de la civilización. No vais más allá de lo que “ellos” dicen que
es aceptable o normal. Se supone que no debéis comer ciertas cosas, dicen
“ellos”. Se prohibe llevar puestas ciertas cosas, dicen “ellos”.
Podéis ser un fanático religioso: es aceptable y normal. Pero mucho cuidado con
lo que lleváis puesto y con quién pasáis vuestro tiempo, ¡alguien os está
observando! Y mucho cuidado con manchar la imagen que la civilización ha prescrito para vosotros.
Pero la civilización tiene un color amarillento; está conformada por no-seres,
números en un computador. No está hecha de individuos independientes.
Así que el concepto de irse de viaje espiritual únicamente os lleva al otro lado
del borde del mismo viejo círculo, pero la imagen permanece intacta, porque en
verdad sois muy lentos para emprender algo que demande un cambio drástico en
vuestras vidas.
Lo único que estáis haciendo en el viaje espiritual es cambiando de papeles, y
eso no tiene nada de malo. Pero yo censuro a los que preguntan con escepticismo:
“¿Realmente cambiaste?” Podéis ser una persona “espiritual” mientras
permanezcáis dentro del borde del círculo. Y se supone que no debéis hacer
cambios drásticos en vuestras vidas.
¡Muy pocas personas se dan cuenta de que realmente pueden cambiar! ¿No
sabéis que una de las razones por las que la gente está “buscando” con desesperación es que no quieren ser amarillentos? Los seres humanos desean entender
su individualidad, no la imagen de una civilización, ni la imagen de su verdad
espiritual . Ellos quieren ser esa verdad; no quieren que alguien más venga a
embellecerles la verdad que él tiene.
No llegaréis a la dicha suprema hasta que comencéis a remover esos tapones en
vuestra realidad.
Reflexionad sobre esto: Si vuestra realidad, vuestra eternidad es un círculo y
toda vuestra conciencia constituye ese círculo que ha sido obstruido con vuestra
imagen y todo lo que es “aceptable” a un ser humano civilizado, entonces ya no
tenéis espacio para el cambio. No tenéis espacio para que brille la luz; no hay espacio para hacer milagros; no hay espacio para el gran pensamiento que todo
lo transforma. Ya no tenéis espacio. Porque para poder abrir campo, tenéis que
cambiar y para cambiar, tenéis que quitar piezas de este rompecabezas para
permitir que la luz empiece a brillar. Eso es lo que os trae gozo y dicha suprema.
Yo no vine a formar otra parte del borde de vuestro círculo, sino a soplar como
el viento las piezas de vuestro rompecabezas.
Esto significa cambio y el cambio es equivalente a lo desconocido. Al soplar
una de esas piezas de la imagen, no hay otra que entre en su lugar y la luz
empieza a brillar. Hay un vacío allí, pero el vacío es gozo. ¡Por un momento lo
tenéis!
No soy muy popular porque incito a la gente a que haga cambios en sus vidas y
los llevo más allá de lo que la civilización llama aceptable. Pero no se llega a ser
Dios formando parte de la civilización aceptada y un número en un computador.
Y no se conoce la dicha suprema si no hay lugar para ella en la vida.
Sois demasiado inflexibles e improductivos, así como vuestra imagen. Ella dice
lo “correcto”, va a los lugares “indicados”, hace “todo lo que es correcto”. Pero
todo eso no sirve para nada. Esa imagen nunca dio origen a un Cristo; nunca
llegó a ser una leyenda.
No, no les caigo en gracia a muchos porque yo incito al cambio y no dejo las
cosas intactas; las soplo lejos. Y no tengo que excusarme ante nadie; sólo os
amo. Y sí, soy muy duro con vosotros, ¡nunca dije que era Jesucristo! Ni pretendí
serlo. Soy disimulado y taimado y haré lo que sea para llevaros hasta el punto
de poder soplar las piezas de vuestro rompecabezas, de modo que podáis ver la
luz de Dios, ¡de modo que podáis sentir la dicha suprema! ¡Dios mío! cuando tocáis la Superconciencia sólo por un momento, conocéis la dicha suprema,
porque en vuestra alma hay gozo. ¡Podéis sentirlo! No sabéis por qué, pero está
ahí. ¿Sabéis lo que eso significa? ¡Que una pieza del rompecabezas fue sacada
de vuestra realidad y que la luz está brillando! Esa es la razón para el gozo.
Sois reales cuando no sois hipócritas con la vida ni la restringís, sino que la vivís
según vuestras condiciones; cuando no sois un número, sino un individuo. En ese
punto sois la persona más seria de este mundo. Y es entonces cuando conoceréis
el gozo, porque eso es lo que deseáis.
Y, otros pueden decir sobre mi gente *: “Pero han renunciado a tanto”.
Pero yo os pregunto: “¿Qué es “tanto” en vista y a la luz de toda la eternidad?”
Nunca podéis renunciar a lo que no os pertenece. Vuestra realidad se ampliará
cuando vuestra conciencia se amplíe.
Sí, tenéis que hacer cambios. Para conocer la dicha suprema, tenéis que
deslizaros hacia lo desconocido. Y la única manera de lograrlo es haciendo los cambios que saquen los tapones en vuestra realidad. No os podéis deslizar por
el borde del círculo, pues al otro lado simplemente vais a encontrar la verdad
espiritual en un matiz diferente. ¡Pero encontrar la verdad en un matiz diferente
al otro lado del mismo círculo no sirve de nada!
Porque en verdad no habéis cambiado; no estáis viviendo vuestra verdad. Salís
por las mismas autopistas y las mismas calles, pero continuáis actuando de la
misma manera.
No hay nada escrito en ninguna parte, ni siquiera en la información de estos
maestros de hace diez mil años, que enseñe algo parecido a lo que el Dios interior os tiene reservado. Ellos sólo podían indicar y ser un ejemplo.
Sé que habéis pasado por el fuego; habéis aguantado mucho, pero cada vez que
quebréis la resistencia de una imagen, y cada vez que borréis el color amarillento
de la sociedad, vais a tener una prueba de fuego. Todo Cristo que ha vivido y
todavía vive, tuvo que pasar por lo mismo, pero ese fue su destino escogido. y
sí, sintieron temor, inseguridad. A veces desearon no ser quiénes eran, y dudaron;
pero había algo dentro de ellos que los impulsaba hacia adelante. Fueron una
leyenda, porque vivieron como individuos; no vivieron como parte de ese borde
descolorido de espiritualidad en que vivía la sociedad. Ellos vivían su verdad;
eran el fuego de la verdad.
Todo este “rollo” funciona, lo único que tenéis que hacer es vivirlo. No podéis
estar separados de la verdad; ella debe ser vosotros. Si tenéis que luchar por
saber , entonces estáis separados. Siempre vais a permanecer a la misma distancia
entre la lucha y el conocimiento, porque eso es lo que creáis en conciencia.
La mayoría de los que se encuentran en mi conciencia están en un lugar seguro;
hicieron cambios porque lo deseaban. y para el mundo esos cambios son
inciertos, pero en este momento el mundo está bastante incierto. Eso es lo que
se requiere para encontrar la dicha suprema, para encontrar la sencillez y el amor
del yo, que es el amor de Dios. Y eso es lo que se requiere para lograr el genio
y una vida plena de abundancia y virtud. Nunca lo obtendréis viviendo en la
imagen; allí sólo envejeceréis y moriréis.
¡Pero, por lo menos habéis sido civilizados! y la gente puede decir que fuisteis
buscadores y alguien se puede tomar el trabajo de preguntar si encontrasteis lo
que buscabais. Probablemente no.
Una vez que entendáis el gozo y la dicha suprema, sabréis que vale la pena pasar
por el fuego. Conozco mucha gente que es feliz y sin embargo todavía hay quien
los mira y se pregunta cómo pueden ser felices. “¡Mira a todo lo que renunciaron!
¿ Cómo pueden ser felices? ¡Viven en el centro de nada!” Esas preguntas se dan porque los que las hacen no han hecho nada para cambiar; no entienden, porque
no han completado la experiencia de conocer. Pero cuando comprendáis el gozo y la dicha suprema, sabréis que vale la pena el precio de soplar unas cuantas
piezas de un rompecabezas que realmente nunca os sirvió para nada.
Se puede hablar mucho del Ram, ¡y mucha gente lo hace! Pero hay algo
importante sobre mi gente: los que son ricos en espíritu no son pobres, ni son
débiles; son columnas de fuego. Experimentan su gozo y son una bendición para
aquellos que los tienen cerca, porque eso revela a Dios y, en verdad, a Cristo.
- RAMTHA.
Cap 6 del libro: Ovnis. Conciencia, energia y realidad.