El día de ayer tuve la oportunidad de estar presente en la charla del Dalai Lama en el estadio azul de la Ciudad de México. Fue una experiencia bella, ya que más allá de ser una plática religiosa fue una charla de corazón a corazón donde el Dalai Lama compartió su mensaje, sus palabras simplemente nos recordaban lo escencial...
Por la mañana me encontré con este texto de Nool Balam en Facebook ( https://www.facebook.com/nool.balam ) que transmite en gran parte el mensaje que nos dejó Tenzin Gyatso el día de ayer y lo quiero compartir con ustedes:
La visita de mi amigo Tenzin Gyatso
“Somos todos iguales de que todos queremos tener una vida feliz, además de que todos tenemos derechos de ser felices”
Bienaventurados todos y todas aquellas que tuvieron la oportunidad de escuchar y ver a Dalai Lama.
Sin duda, son tiempos de recapacitación, de meditación y entendimiento.
Buscar la felicidad y esos hechos y acciones que nos conllevan a la felicidad sin duda tienen como base principal el hacerlo todo con amor.
El deseo o la inclinación de ser felices y de evitar el sufrimiento no conoce fronteras; forma parte de nuestra naturaleza humana, y en cuanto tal no requiere justificación alguna, aparte de estar revalidado por el sencillo hecho de que, de forma natural y correcta, es eso lo que deseamos. En todas partes y por todos los medios imaginables, todas las personas se esfuerzan por vivir una vida mejor.
Han creado una sociedad en la que las personas cada vez tienen mayores dificultades para darse muestras de afecto, deben tocarse, abrazarse, besarse e incluir en su saludo la palabra te amo, por favor, háganlo!. La sociedad humana moderna a menudo es inverosímil, pues parece una especie de inmensa máquina autopropulsada. En vez de tener a seres humanos al frente de ésta, cada individuo no pasa de ser sino un minúsculo e insignificante elemento, una pieza más del engranaje, sin otra opción que la de moverse cuando se mueve la gran maquinaria que llaman progreso.
El reto ante el cual nos encontramos es, por consiguiente, el de hallar un medio para disfrutar de la armonía y la tranquilidad como lo hacen las sociedades más tradicionales, al tiempo que se benefician plenamente del desarrollo material que encuentran en buena parte del mundo.
Por descontado, es cierto que podemos señalar una notable abundancia de tendencias gravemente negativas dentro de la sociedad moderna. Con todo, al contrario que los sufrimientos producidos por la enfermedad, la vejez y la muerte, ninguno de estos problemas es insuperable por su propia naturaleza. Cuando nos paramos a pensarlo despacio, entendemos que todos ellos son problemas de tipo ético, a un descuido notorio de lo que podemos denominar nuestra dimensión interior.
Es obvio que sus problemas –tanto los que experimentan externamente, como las guerras, el crimen o la violencia, como los que experimentan internamente, esto es, sus sufrimientos emocionales o psicológicos- no podrán resolverse hasta que aborden ese descuido subyacente. La propuesta es una revolución espiritual: “Sólo a través de la bondad y el amor puede lograrse la Paz interior.”
Como bien dice Tenzin Gyatso, el 14 Dalai Lama: “Los rostros que veo son muy parecidos a los de Tíbet, en realidad no somos diferentes a un nivel fundamental” y “Solo se puede alcanzar la felicidad si entendemos la unidad humana, la diferencias de nacionalidad, de religión, la noción de diferencia entre las personas es lo que causa problemas…”.Sobre cómo lograr la felicidad: “Hay que cambiar el ángulo desde donde miramos la cosas. Yo tuve que dejar mi país a los 16 años. Si hubiera tenido una visión estrecha de las cosas hubiera caído en las drogas, el alcohol o me hubiera vuelto loco, pero lo que hice fue no dejarme absorber por el problema. Si sólo miras lo malo sólo puedes tener sentimientos de frustración, de desesperanza y desamparo”.
El Dalai Lama se divirtió de lo lindo. Se río con el público que le tenía cerca, los observo, jugó con ellos. De repente, lanzó un objeto, parece un cacahuate, hacia alguien del público, logró llamar su atención, y se río amablemente. Voltea a la derecha y señaló a alguien más: “Es una cara joven pero con mucho pelo”, dice divertido.
No obstante la presencia de representantes de las principales religiones del mundo, ésta es una plática “secular”, es decir, no religiosa, pero el Dalai Lama se extrañó de que no hubiera representantes de la tradición indígena mexicana. En pocos minutos, caracol en mano, llegaron al estrado tres representantes de la cultura indígena nacional que completan el ecumenismo del cuadro.
“Hay que conocer la realidad desde un acercamiento holístico y realista”, recalcó el Dalai Lama.
Algunas libélulas y colibríes sobrevolaron en la cancha abarrotada, los aviones transitaron su ruta habitual hacia el aeropuerto. Faltando poco para que termine la conferencia Tenzin Gyatso se despidió no sin antes agradecer a la Casa Tíbet por desplegar banderas de su ocupada nación: “A China no le gusta que se despliegue la bandera de Tíbet porque dice, genera separatismo. Lo cierto es que a mí Mao Tse Tung me preguntó en 1954 si Tíbet tenía bandera y le dije que sí. El primer ministro me dijo que la podíamos mostrar junto a una bandera china. Así que si alguien les dice que no pueden mostrar la bandera de Tíbet díganles que Mao le dio permiso al Dalai Lama”.
Así como si alguien les impide ser como desean ser, díganles simplemente QUE SU YO INTERIOR, les ha dado el permiso y el poder de seguir sus instintos.
Hermoso comienzo de semana amigas y amigos míos…
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