miércoles, 12 de febrero de 2014

El borde de la realidad por RAMTHA

¿Cómo evolucionáis sin la fricción de la vida?
¿Cómo evolucionáis sin descomponer la materia y sin cambiar la energía?
¡Tenéis que experimentarlo!
El verdadero maestro que despierta no es el filósofo;
es el alquimista que crea el cambio.

La gente dice que quiere crecer espiritualmente, pero dentro de su realidad no hay espacio para ello. Imaginad que la realidad personal es un círculo, dentro del cual hay una imagen. Esta imagen está dividida, así como las piezas de un rompecabezas. Vuestra realidad es como el círculo, y las piezas del rompecabezas constituyen lo que sois. Cuando la gente emprende un viaje espiritual, piensan que van a llegar a algún lugar en forma lineal. Hacen cambios en la superficie; van a ver a sus maestros y gurús, estudian filosofía y se leen los libros más actualizados. Algunos le dan la vuelta al mundo buscando la verdad, buscando esa pieza que es fundamental en el rompecabezas de sus vidas. El círculo yace de tal manera que el borde exterior de esa realidad contiene todas las cosas pertinentes a vuestras vidas: todo el conocimiento, el dogma y todas las cosas relacionadas con la civilización. Y el círculo da vueltas, de modo que creéis que vuestro viaje espiritual ha comenzado. Salís a experimentado todo; cambiáis vuestra manera de vestir y también lo que coméis. (Bueno, alterar la dieta es parte fundamental del dogma, 151 ¿no es cierto? ¡El cambio de dieta alimenticia sólo os induce a cambiar los hábitos de vuestro anterior dogma!). Lo que habéis hecho es ir de un lado del borde de vuestra realidad hasta el otro; eso es todo. Sólo habéis cambiado puntos de vista sobre los mismos viejos dogmas. Cambiáis vuestra vestimenta y, en vez de crucifijos, circones y amuletos, usáis cristales. En lugar de repetir el Padrenuestro, repetís vuestros mantras. Sólo habéis ido de un lado del borde hasta el otro; realmente no ha sucedido nada. Todo lo que habéis hecho es superficial. Y la imagen que está en el centro queda intacta. De veras no parece que hagáis cambios importantes ni que vayáis más allá de las vigiladas puertas de la civilización. No vais más allá de lo que “ellos” dicen que es aceptable o normal. Se supone que no debéis comer ciertas cosas, dicen “ellos”. Se prohibe llevar puestas ciertas cosas, dicen “ellos”. Podéis ser un fanático religioso: es aceptable y normal. Pero mucho cuidado con lo que lleváis puesto y con quién pasáis vuestro tiempo, ¡alguien os está observando! Y mucho cuidado con manchar la imagen que la civilización ha prescrito para vosotros. Pero la civilización tiene un color amarillento; está conformada por no-seres, números en un computador. No está hecha de individuos independientes. Así que el concepto de irse de viaje espiritual únicamente os lleva al otro lado del borde del mismo viejo círculo, pero la imagen permanece intacta, porque en verdad sois muy lentos para emprender algo que demande un cambio drástico en vuestras vidas. Lo único que estáis haciendo en el viaje espiritual es cambiando de papeles, y eso no tiene nada de malo. Pero yo censuro a los que preguntan con escepticismo: “¿Realmente cambiaste?” Podéis ser una persona “espiritual” mientras permanezcáis dentro del borde del círculo. Y se supone que no debéis hacer cambios drásticos en vuestras vidas.

¡Muy pocas personas se dan cuenta de que realmente pueden cambiar! ¿No sabéis que una de las razones por las que la gente está “buscando” con desesperación es que no quieren ser amarillentos? Los seres humanos desean entender su individualidad, no la imagen de una civilización, ni la imagen de su verdad espiritual . Ellos quieren ser esa verdad; no quieren que alguien más venga a embellecerles la verdad que él tiene. No llegaréis a la dicha suprema hasta que comencéis a remover esos tapones en vuestra realidad. Reflexionad sobre esto: Si vuestra realidad, vuestra eternidad es un círculo y toda vuestra conciencia constituye ese círculo que ha sido obstruido con vuestra imagen y todo lo que es “aceptable” a un ser humano civilizado, entonces ya no tenéis espacio para el cambio. No tenéis espacio para que brille la luz; no hay espacio para hacer milagros; no hay espacio para el gran pensamiento que todo lo transforma. Ya no tenéis espacio. Porque para poder abrir campo, tenéis que cambiar y para cambiar, tenéis que quitar piezas de este rompecabezas para permitir que la luz empiece a brillar. Eso es lo que os trae gozo y dicha suprema. Yo no vine a formar otra parte del borde de vuestro círculo, sino a soplar como el viento las piezas de vuestro rompecabezas. Esto significa cambio y el cambio es equivalente a lo desconocido. Al soplar una de esas piezas de la imagen, no hay otra que entre en su lugar y la luz empieza a brillar. Hay un vacío allí, pero el vacío es gozo. ¡Por un momento lo tenéis! No soy muy popular porque incito a la gente a que haga cambios en sus vidas y los llevo más allá de lo que la civilización llama aceptable. Pero no se llega a ser Dios formando parte de la civilización aceptada y un número en un computador. Y no se conoce la dicha suprema si no hay lugar para ella en la vida. 

Sois demasiado inflexibles e improductivos, así como vuestra imagen. Ella dice lo “correcto”, va a los lugares “indicados”, hace “todo lo que es correcto”. Pero todo eso no sirve para nada. Esa imagen nunca dio origen a un Cristo; nunca llegó a ser una leyenda.
No, no les caigo en gracia a muchos porque yo incito al cambio y no dejo las cosas intactas; las soplo lejos. Y no tengo que excusarme ante nadie; sólo os amo. Y sí, soy muy duro con vosotros, ¡nunca dije que era Jesucristo! Ni pretendí serlo. Soy disimulado y taimado y haré lo que sea para llevaros hasta el punto de poder soplar las piezas de vuestro rompecabezas, de modo que podáis ver la luz de Dios, ¡de modo que podáis sentir la dicha suprema! ¡Dios mío! cuando tocáis la Superconciencia sólo por un momento, conocéis la dicha suprema, porque en vuestra alma hay gozo. ¡Podéis sentirlo! No sabéis por qué, pero está ahí. ¿Sabéis lo que eso significa? ¡Que una pieza del rompecabezas fue sacada de vuestra realidad y que la luz está brillando! Esa es la razón para el gozo. Sois reales cuando no sois hipócritas con la vida ni la restringís, sino que la vivís según vuestras condiciones; cuando no sois un número, sino un individuo. En ese punto sois la persona más seria de este mundo. Y es entonces cuando conoceréis el gozo, porque eso es lo que deseáis. Y, otros pueden decir sobre mi gente *: “Pero han renunciado a tanto”. Pero yo os pregunto: “¿Qué es “tanto” en vista y a la luz de toda la eternidad?” Nunca podéis renunciar a lo que no os pertenece. Vuestra realidad se ampliará cuando vuestra conciencia se amplíe. Sí, tenéis que hacer cambios. Para conocer la dicha suprema, tenéis que deslizaros hacia lo desconocido. Y la única manera de lograrlo es haciendo los cambios que saquen los tapones en vuestra realidad. No os podéis deslizar por el borde del círculo, pues al otro lado simplemente vais a encontrar la verdad espiritual en un matiz diferente. ¡Pero encontrar la verdad en un matiz diferente al otro lado del mismo círculo no sirve de nada! Porque en verdad no habéis cambiado; no estáis viviendo vuestra verdad. Salís por las mismas autopistas y las mismas calles, pero continuáis actuando de la misma manera.

No hay nada escrito en ninguna parte, ni siquiera en la información de estos maestros de hace diez mil años, que enseñe algo parecido a lo que el Dios interior os tiene reservado. Ellos sólo podían indicar y ser un ejemplo. Sé que habéis pasado por el fuego; habéis aguantado mucho, pero cada vez que quebréis la resistencia de una imagen, y cada vez que borréis el color amarillento de la sociedad, vais a tener una prueba de fuego. Todo Cristo que ha vivido y todavía vive, tuvo que pasar por lo mismo, pero ese fue su destino escogido. y sí, sintieron temor, inseguridad. A veces desearon no ser quiénes eran, y dudaron; pero había algo dentro de ellos que los impulsaba hacia adelante. Fueron una leyenda, porque vivieron como individuos; no vivieron como parte de ese borde descolorido de espiritualidad en que vivía la sociedad. Ellos vivían su verdad; eran el fuego de la verdad. Todo este “rollo” funciona, lo único que tenéis que hacer es vivirlo. No podéis estar separados de la verdad; ella debe ser vosotros. Si tenéis que luchar por saber , entonces estáis separados. Siempre vais a permanecer a la misma distancia entre la lucha y el conocimiento, porque eso es lo que creáis en conciencia.
La mayoría de los que se encuentran en mi conciencia están en un lugar seguro; hicieron cambios porque lo deseaban. y para el mundo esos cambios son inciertos, pero en este momento el mundo está bastante incierto. Eso es lo que se requiere para encontrar la dicha suprema, para encontrar la sencillez y el amor del yo, que es el amor de Dios. Y eso es lo que se requiere para lograr el genio y una vida plena de abundancia y virtud. Nunca lo obtendréis viviendo en la imagen; allí sólo envejeceréis y moriréis. ¡Pero, por lo menos habéis sido civilizados! y la gente puede decir que fuisteis buscadores y alguien se puede tomar el trabajo de preguntar si encontrasteis lo que buscabais. Probablemente no. Una vez que entendáis el gozo y la dicha suprema, sabréis que vale la pena pasar por el fuego. Conozco mucha gente que es feliz y sin embargo todavía hay quien los mira y se pregunta cómo pueden ser felices. “¡Mira a todo lo que renunciaron! ¿ Cómo pueden ser felices? ¡Viven en el centro de nada!” Esas preguntas se dan porque los que las hacen no han hecho nada para cambiar; no entienden, porque no han completado la experiencia de conocer. Pero cuando comprendáis el gozo y la dicha suprema, sabréis que vale la pena el precio de soplar unas cuantas piezas de un rompecabezas que realmente nunca os sirvió para nada. Se puede hablar mucho del Ram, ¡y mucha gente lo hace! Pero hay algo importante sobre mi gente: los que son ricos en espíritu no son pobres, ni son débiles; son columnas de fuego. Experimentan su gozo y son una bendición para aquellos que los tienen cerca, porque eso revela a Dios y, en verdad, a Cristo.


- RAMTHA.
  Cap 6 del libro: Ovnis. Conciencia, energia y realidad.

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